El huracán María marcó el antes y el después para Puerto Rico. Recuerdo ver los boletines del tiempo el día antes de este terrible evento atmosférico y entre lágrimas repetirle a mi esposo: "nos va a partir por la mitad. De este no nos libramos. ¡Nos va a partir!" Y así fue.
María nos destruyó. A un pueblo que ya cojeaba y trataba de levantarse. Donde la clase media ya para los efectos no existe. Un país para adinerados, donde luchan por sobrevivir los pobres. Sí, María fue la última estocada, o tal vez deba decir penúltima, ¿antepenúltima?, con todo lo que leo está sucediendo aún...
"Me alegro que te hayas ido", me comentó llorosa hace poco mi madre. Esas palabras las debió haber dicho con gran dificultad, porque el vernos partir le rompió el corazón.
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| Marido moviendo una plancha de zinc mientras logra hablar con un familiar |
El huracán se llevó muchas pertenencias, pero eso es material. Nos fuimos porque previmos las dificultades que se asomarían. Yo, con "buen" trabajo, entre comillas lo de buen, porque el sueldo no era suficiente ni para pagar lo básico, no era un "puestazo"...
Mi marido, luchando por conseguir empleo estable desde hace años, pero bien advierte la frase "quien no tiene padrino, no se bautiza". Los niños, especialmente Matteo, con dos meses apenas de nacido, comenzaban a enfermarse y los médicos no estaban trabajando por falta de energía y/o planta eléctrica. La comida, ¡hasta ausencia de salchichas Carmela había! ¡Sin mencionar el agua potable! Los precios comenzaban a subir, el crimen comenzaba a dispararse, y una noche mi esposo se quedó fijo observando a nuestra pequeña familia y declaró "nos vamos". Y, sin pensarlo, le respondí "ok".
"Se trata de mi Puerto Rico. Se trata de mis padres. Se trata de mis amigos".
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| Matteo hospitalizado justo antes de irnos |
¿Cómo nos va? Duele. Casi todos los días lloro por mi Isla, por haber tenido que dejarla y a todos los seres que tanto quiero allí. Lloro por todo lo que están atravesando mis hermanos puertorriqueños (no voy a entrar en la política, pero "el que sabe, sabe"). El proceso de adaptación continúa siendo bien difícil. Sin embargo, en medio del dolor, renacemos.
"En medio del dolor, renacemos"
Tanto mi esposo como yo tenemos empleos a tiempo completo con los que estamos muy complacidos. Y los niños, en escuelita. Tenemos donde vivir y seguimos mirando hacia adelante. No todo es color de rosa, queda mucho por caminar, por luchar, pero ha sido un buen comienzo. Tocamos suelo corriendo y no nos detuvimos hasta que puertas se abrieron. El cambio asusta, pero a veces es necesario para dar el giro necesario a tu vida.
Sé que vendrán tropiezos y retos, pero también sé que si Dios nos trajo hasta aquí, "no es para volver atrás", nos trajo con propósito.
No vemos el día ni la hora en que podamos visitar nuestra Isla, porque que algo quede claro: ¡somos boricuas de pura cepa y eso nadie lo despinta!
¡Nos vemos pronto, mi Borinquen!



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