Recién veía una película con mi pareja donde el personaje principal padece un ataque de nervios por los problemas que le estaba causando su nueva casa...y fue ahí donde me atacaron los "flashbacks".
Nuestra primera casa rentada fue en Vega Baja. Una casita preciosa con 4 cuartos y 2 baños y medio. Una amplia marquesina completaba el trato, junto a unos escalones que llevaban a la entrada: una puerta francesa de dos hojas. El novio me aconsejó que no me precipitaram pero yo quedé deslumbrada con la casa que me rentaban a $550.00 mensuales. Contrato...firmado.
Error. Mi casita de ensueño resultó ser tremendo limón. Todas las puertas de la casa estaban hinchadas por la humedad del techo que los dueños no sellaron, limitándose a conseguirnos una paila de sellador para que lo hiciéramos nosotros. Para decirles más, mi novio en una ocasión se dispuso a cerrar la puerta del "Master Bathroom"...y se quedó con ella en la mano.
Las goteras nos perseguían casi por toda la casa: en el baño del pasillo, justo encima del inodoro, y en el cuarto mientras veíamos televisión. Casi comprábamos sombrillas para caminar por la casa sin mojarnos.
Las ventanas, francesas también, no cerraban del todo...los aguaceros eran eventos MUY interesantes.
Ah, ¿y les dije que el aire acondicionado del cuarto sonaba como un camión?
Duramos exactamente un año en mi "Dream House" con opción a compra y ahora nos encontramos tranquilos y contentos en un apartamentito súper "cute", perfecto para ambos, más cerca de nuestros trabajos...y sin goteras.
¿Moraleja? Inspecciona muy bien el lugar antes de firmar ese contrato, no vaya a ser que, como yo, aprendas a cantazo y termines viviendo en tu propio limón.

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