Limpia que limpia estaba el sábado en mi casa mientras mi pareja se recuperaba de una monga en el cuarto. Ataviada con el atuendo clásico de las mujeres mientras limpiamos, (pantalones cortos, camisa de manguillos y el pelo recogido en una dona encima de la cabeza) lavaba ropa, barría y mapeaba. De momento escucho la guaguita de los mantecados frente al complejo de apartamentos donde vivo, pero no le presto mucha atención en medio del ajoro.Sin embargo, el novio logró escuchar la musiquita seductora del "ice cream man" y me dice:
-"Baby, si te doy dos pesos, ¿me compras un malteado?"
Agarré los dos pesos y esmandé a correr detrás de la guaguita de mantecados que ya se encontraba en la otra calle...
Y en ese instante tenía 10 añitos de edad.
Sentía una emoción comparable a mi niñez cuando, al escuchar la guaguita con el estribillo de Mantecados Nevada, rápidamente rebuscaba en mi alcancía pesetas y vellones y embalaba como alma
Lamentablemente, cuando alcancé la guaguita, no tenía malteados, hoy son más sofisticadas, pero contenta compré dos barquillas de chocolate y regresé a casa, con camisa embarrada del helado y recordando con nostalgia esos tiempos perdidos que se asoman cuando más los necesitamos.
*Foto: Wikicommons Images / Autor: Lumen GmbH*
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